sábado, 10 de marzo de 2012

Caresse

Desdén tienen aquellos que se perdieron entre mares de infortunio, los cuales negaron la abertura del cerrojo de la emoción y la incertidumbre.

Caníbal de tiempo, roedor o carroñero de tus dudas, como una infección, cada vez más profunda, de virulencia extrema e intenso dolor. Habladurías, rumores y otros, todo llega a tus oídos desde mis andares, piensas o construyes sin saber y amas sin querer. La imaginación y los sueños en contra de tus sentidos, la vista nublada por el temblor del estruendoso corazón.

Te hayas entre ruidos, entre saltos... desviás la mirada con una sonrisa en busca de algo, de alguien a quién niegas mirar. Ojos cerrados y parpados humedecidos, seguidos de una efímera mirada brillante y reluciente al vació del vaso que acompaña a mi reloj, un beso en la mejía, ahora marcada por el rojo de tus labios y una sonrisa a medio camino. Sigo renegado al mismo lugar; el reloj se para, el vaso deja el silencio en mi mente y tus labios crean el caos en mi pecho. Misterioso don el tuyo, enamoras al placer ajeno, olvidas el amor dispuesto y te niegas al propio corazón. Podría relatarte cada tomo de lo sucedido, podría recordarte cada beso y sonrisa, cada palabra y enfado, pero lo realmente importante es que sigues pensando en nuestra historia, empezó como un reflejo, termino en el espejo y sigue sin final.

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